«Boa é a vida, mas melhor é o vinho» – Fernando Pessoa
Un fin de semana para disfrutar del encanto de Oporto, donde nos gastaremos muy poquito ya que la mayoría de las paradas son edificios públicos, museos -gratuitos o el precio de la entrada es simbólico-, y jardines con impresionantes vistas. Eso sí, abrocharos los cordones porque habrá que patear Oporto. Caminar por las calles mas inhóspitas de las ciudades que he visitado siempre ha sido mi mejor arma para conocerlas a fondo.
Aquí dejo la guía con el itinerario completo para los dos días: Descubriendo Oporto en un fin de semana. Es un archivo PDF listo para imprimir e utilizar como mapa, tachando los lugares conforme los vayamos visitando. También el enlace para acceder a la guía en Internet.
Día 1
Empezamos nuestro día en la Torre dos Clerigos, donde subiremos hasta su cima para ver Oporto desde las alturas. Por sólo 2 € podemos disfrutar de unas impresionantes vistas desde la torre más alta de la ciudad y además acceder a la iglesia contigua (Igreja dos Clerigos) de arte barroco. Un pequeño apunte a mencionar son los 240 escalones que tendremos que subir para llegar a lo más alto de su sexta planta; pero os aseguro que la panorámica de la ciudad desde arriba bien merece el esfuerzo de unos escaloncitos de nada.
Después de tener una idea aérea de la ciudad, toca bajarse a las «trincheras» y explorarla a fondo. La siguiente parada es la Livaria Lello e Irmao, abierta en 1906 y elegida una de las 10 librerías más bonitas del mundo. Este lugar nos transportará en el tiempo –dicen que J.K. Rowling se inspiró en esta librería para la creación de Harry Potter-, donde destaca su imponente escalera roja con apariencia de lengua gigante. Las fotos en el interior no están permitidas, aunque tomar una cerveza Super Bock en la planta de arriba nos ayudará a pasar para el mal trago de no poder inmortalizar este lugar.
Muy cerca de la antigua librería, encontramos la Praça de Gomes Teixera. Esta pequeña plaza rodeada de edificios que pertenecen a la Universidad de Porto constituye el corazón del barrio de Carmo. La iglesia de Las Carmelitas Descalzas (Igreja dos Carmelitas), pegada a la Igreja do Carmo, forman una fachada conjunta. Además, la fuente de los leones servirá para refrescarnos en un día caluroso. Siguiendo las vías del tren, bajamos hasta el Jardim da Cordoaria donde podremos hacer un alto en el camino para tomarnos un merecido descanso. Si queremos picar algo mientras descansamos, Miss’ Opo es el lugar perfecto para ello. Con un aire vintage, este local sirve de restaurante, bar, y tienda de ropa minimalista; también se encuentra de camino hacia nuestro siguiente destino.
Después del piscolabis, vamos a visitar una de las estaciones de trenes más bonitas del mundo, la estación de Sao Bento. Sus paredes están cubiertas en azulejos de cerámica que describen la historia de Portugal –11 años necesitó su creador, Jorge Colaço, para terminar este edificio. Una de mis debilidades cuando visito una ciudad nueva es encontrar un “lugar de paso” donde observar a los nativos del lugar interactuar y hacer algo tan cotidiano como desplazarse. Esta estación es sin duda ese lugar en Oporto. Una vez que nos cansemos de observar los pequeños detalles y escenas que se dan en Sao Bento, bajaremos hasta la zona más famosa de esta ciudad: la Ribeirinha. Después de todo lo que llevamos andado hasta ahora, sería buena idea coger el metro desde Sao Bento para acercarnos a la zona de la Ribeirinha (debemos bajarnos en la última parada antes de cruzar el Ponte D. Luis I).
Conocida como Ribeirinha, es la zona más concurrida del río Douro. A pesar de todo el turismo que atrae esta zona, sus restaurantes y cafés guardan el encanto de una ciudad antigua que no parece haberse adaptado a los tiempos que corren. Disfrutar de uma bica (café solo portugués) sentado junto al río Douro y con las vistas del Ponte D. Luis I es una parada más que obligada.
Por la tarde nos desplazamos al oeste de la ciudad, a la zona Foz do Douro, allí donde se forma el estuario del río Duero uniéndose al Océano Atlántico. El Jardim do Passeio Alegre, construido a finales del S.XIX, es el lugar idóneo para pasear al atardecer y disfrutar de las vistas que ofrece el estuario. Al final de este paseo junto al Jardim do Passeio Alegre nos encontramos la Fortaleza de Sao Joao Baptista da Foz (también conocida como Castelo da Foz). Este castillo/fortaleza construido en 1570, mandándose a edificar para defender la costa y entrada del río Douro, sufrió una remodelación durante la Guerra de la Restauración. Para los amantes del tenis, el Lawn Tennis Clube da Foz se encuentra a la vuelta de la esquina. Compartiendo fachada con la propia fortaleza, éste probablemente sea el club de tenis más bonito y enigmático en el que he jugado.
Día 2
La segunda jornada comienza con el Museo del Vino de Oporto –entrada gratuita sábados y domingos; 2 € el resto de los días. No quise mencionar el vino de Oporto en nuestro itinerario del día 1 sabiendo que le dedicaríamos toda la mañana del día siguiente. ¡Qué sería de Oporto sin su vinho! Este museo situado en la orilla del río Douro pretende dar a conocer la larga historia de esta prestigiosa bebida y ofrecer al visitante información sobre la región vinícola, sus viñedos, cifras de interés sobre la producción, los barcos que servían para transportar el vino por el río Douro, y las distintas botellas utilizadas. En definitiva, una interesante muestra de lo que el vino ha supuesto para la ciudad y su evolución a lo largo de los años.
Terminada la visita al museo, es momento para conocer la zona donde se concentran todas las bodegas (caves o adegas en portugués). En el extremo contrario a la Ribeirinha, encontramos la mayoría de marcas que producen el vino de Oporto. Visitar una de estas bodegas nos servirá para conocer aún más si cabe -después de la visita al museo- la historia de este vino distintivo. Personalmente, no lo recomiendo si únicamente lo hacemos para la degustación del vino; ¡hay vino de Oporto en todos y cada uno de los restaurantes de la ciudad! El restaurante De Castro de Gaia tiene una maravillosa terraza para disfrutar de un buen vino en compañía de unas envidiables vistas del río Douro. No se pasen con el vino –sobre todo con el dulce que la verdad se “deja” beber muy bien- porque todavía nos quedan un par de paradas más.
Cruzamos el río de nuevo para visitar la Catedral (Sé do Porto). Su larga historia e impresionante arquitectura hacen de ésta otra parada obligada. Las vistas desde la catedral ofrecen una preculiar panorámica de la ciudad, pudiéndose diferenciar dos partes de ella aparentemente distintas: la parte alta formada por las iglesias y torres; y la parte baja compuesta de las coloridas casas del centro de Oporto. Por último, subiremos hasta el mercado do Bolhao. Construido en 1839, aquí podemos ver de primera mano todos los secretos de la gastronomía lusitana. Pequeños quesos portugueses, pan elaborado artesanalmente, aceitunas, y todo eso que nos hace la boca agua. Sin duda, la mejor parada antes de dejar la ciudad para seguir disfrutando de la cocina portuguesa en nuestra vuelta a casa.
¿Alguna parada indispensable que no está en esta guía? Si dejáis un comentario con la información del sitio junto con fotos, las incluiré en el artículo y en el itinerario.
Espero que disfrutéis de esta guía y, si la utilizáis en vuestra próxima visita a la ciudad portuguesa del buen vino, dejéis vuestros comentarios por aquí con alguna historia aventurera.
