Cuna de grandes descubridores, ha visto nacer el fado y los pasteis de Belem. Destruida y vuelta a levantar tras el terremoto de 1755, Lisboa aúna lo mejor de una ciudad tradicional y de una moderna. A pesar de los infortunios del pasado–si el terremoto fuera poco, ningún lisboeta olvidará la imagen del mítico elevador de Santa Justa calcinándose-, posiblemente sea una de las urbes europeas de antaño que mejor se conserva. Pero supieron sobreponerse: un claro ejemplo es el adoquinado de sus calles. Tras el terrible terremoto, el Marqués de Pombal ordenó reutilizar los escombros de los edificios derrumbados convirtiéndolos en baldosines con los que restaurar las aceras.
Lisboa también cuenta con algún que otro record a sus espaldas. Posee el puente más largo de Europa, el Vasco de Gama, con más de 17km de extensión. Su red de tranvías amarillos tiene más de un siglo de historia, destacando el emblemático tranvía 28 que recorre prácticamente todos los puntos de interés de la ciudad. Y qué decir de sus pasteles de nata…quizá todavía no estén en el libro Guinness pero desde aquí presento su firme candidatura.
En este itinerario de 3 días por la capital lusa, veremos las figuras más representativas (las tipiquísimos de postal) pero también tendremos tiempo de perdernos entre sus calles. Para solo así encontrar la verdadera Lisboa: la tuya.
Descárgate la guía en PDF o en su versión web.
Mañana: Visita a Belem
La zona de Belem acapara los monumentos más emblematicos de la ciudad y merece por lo menos medio día. Se llega con el tranvía 15/ autobús 728 que se coge tanto en plaza de Figueira como en la del Comercio. Obligatorio visitar el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém, ambos monumentos Patrimonio de la Humanidad. El primero es una construcción impresionante de estilo manuelino del siglo XVI. Merece la pena pasar a conocer su magnífico claustro y la iglesia. También podemos disfrutar de los museos de la marina y de arqueología que se ubican en unas zonas anexas construidas en siglos posteriores respetando el mismo estilo. La Torre de Belém, símbolo de Lisboa y otro de los monumentos manuelinos por excelencia, se encuentran a menos de media hora andando de los Jerónimos. En el camino podemos pararnos en el monumento a los Descubrimientos. Esta impresionante escultura fue construida en los años 50 para rememorar los 500 años de la muerte de Enrique el Navegante. Desde aquí tenemos unas increíbles visas del puente 25 de abril y la desembocadura del río Tajo (formando el mar de paja, algo que nos enseñaron hasta la saciedad en el colegio).
Con tanto paseíto habrá que reponer fuerzas. Cerca del Monasterio de los Jerónimos se encuentra los Pasteis de Belém (Antiga Confeitaria de Belem), una pastelería especializada en elaborar el dulce más típico de la ciudad. Su interior es un laberinto de salones donde nos podemos sentar a tomar un garoto (café cortado) y su dulce. Cabe decir que son ellos los que tienen la marca registrada de los pasteles, por eso en el resto de Lisboa se conocen como Pasteis de nata.
Precio: Monasterio de los Jerónimos + Torre de Belem –> 12 € (descuento tarjeta joven no incluido); Horario: 10:00 – 18:00
Tarde: Visita al Parque de las Naciones
Tomaremos el bus 728 (Restelo / Av. Descobertas), que nos llevará desde Belem/Jerónimos hasta el Oceanario de Lisboa. Para los amantes de los animales, no pueden perderse la visita a este mundo submarino. Para los que prefieran otros menesteres, el Parque de las Naciones es el lugar idóneo para pasear y disfrutar de este barrio creado para albergar la Expo 98. Torre de Vasco de Gama, teleférico, y hasta nos podemos ir de compritas (centro comercial Vasco de Gama).
Para volver a casa tomaremos el mismo bus 728 (Portela / Av. Descobrimentos), que nos lleva desde el oceanario hasta Casa do Contos.
Baixa – Barrio Alto – Chiado
Empezamos por la plaza del Comercio. Balcón al Tajo que a más de uno le gustaría tener en casa, esta plaza llena de soportales también guarda una parte importante de la historia de Portugal. Antiguamente esta plaza se conocía como Terreiro do Paço, ya que fue donde se asentó el Palacio Real de Lisboa durante más de 200 años. En el centro de la plaza se encuentra la figura de Jose I, cuyo color se ha ido enverdeciendo hasta perder el bronce de sus orígenes; algún inconveniente debía tener por disfrutar de unas maravillosas vistas. En el lado norte de la plaza se encuentra el imponente arco triunfal da Rua Augusta, que se considera la entrada a la Baixa. Muy cerquita se encuentra la plaza del Municipio.
Si volvemos hasta la Rua Augusta podemos caminar un rato entre tiendas, restaurantes, o perdernos en la maraña de calles entrecruzadas. Llegamos a plaza de Rossio, repleta de terrazas -como la del Café Nicola, una de las cafeterías más emblemáticas- y tiene edificios tan destacados como el Teatro Nacional, la iglesia de Santo Domingo o la estación de tren de Rossio. Pegada a Rossio, se encuentra la plaza da Figueira, menos espectacular pero con gran vida social, sobre todo en verano.
Continuamos caminando hacia Restauradores, una plaza de grandes dimensiones con un obelisco que conmemora la independencia de Portugal de España en el siglo XVI. Desde allí, y si nos apetece andar un ratito, podemos subir la Avenida de la Liberdade que nos conduce a Marqués de Pombal. Esta rotonda es un centro de comunicaciones en Lisboa –la versión lisboeta de Times Square, sin luces extravagantes-y al lado se encuentra el parque de Eduardo VII. En este edén dentro de la ciudad encontramos la Estufa Fría, un jardín botánico para disfrutar de especies vegetales de clima frío.
El Chiado reúne todo lo necesario para ser tu parada en boxes a media tarde. Podemos optar por el café A Brasileira, uno de los más tradicionales y emblemáticos, y recrearnos con la estatua del poeta Pessoa en su terraza. Otros locales típicos son el Pavilhão Chinês -en la Rua Dom Pedro V 89/91-, muy cerca del mirador de San Pedro de Alcántara. El famoso elevador de Santa Justa, nos lleva hasta las ruinas del Monasterio do Carmo.
El barrio también tiene algunas iglesias interesantes como la de San Roque o la basílica de la Estrella. Pero si queremos tomar una buena instantánea, además de San Pedro de Alcántara, el mirador de Santa Catarina es el lugar que estás buscando.
Alfama
Tendremos que subir cuestas –algunas de mal gusto-, pero el esfuerzo tendrá su recompensa porque los mejores miradores los encontramos aquí; también podemos subir hasta lo más alto con el famoso tranvía 28. El mirador de Santa Lucía nos dejará boquiabiertos con unas vistas espectaculares sobre el Tajo. La Sé (catedral) se empezó a construir en el siglo XII y es la iglesia más antigua de la ciudad, mereciendo una ojeada de cerca. Como joya de la corona y vigilando la ciudad, el Castillo de San Jorge. Es en sí uno de los mejores miradores de la ciudad. Una vez abajo de nuevo, en las proximidades del Tajo, encontramos un edificio curioso: la Casa dos Bicos, en su día sede de la Asociación del Comercio Marítimo.
Precio: Castillo de San Jorge –> 4€ con carnet joven; Horario: 9:00 – 18:00 y en verano hasta las 21:00.
Nota para el transporte
Es recomendable comprar la tarjeta 7 colinas, ahorraremos dinero en nuestros desplazamientos. Son tarjetas recargables y de uso individual que nos permiten movernos por casi toda la red de transportes de Lisboa y disfrutar de mejores precios. Podemos comprarlas (0,50 €) en cualquier estación de Metro, Carris, y CP.
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