¿Te gustaría descubrir un país como Suiza? ¿Viajas en familia? Estás de suerte porque a continuación te proponemos un itinerario de una semana en Suiza, viajando en familia, y sin perder un minuto. Antes de embarcarnos en esta aventura por el país del queso Gruyère, queremos presentar a uno de nuestros Compañeros de Viaje y principal partícipe de esta entrada.
María Ángeles se considera una ávida viajera y curiosa por conocer otras culturas. Aunque su profesión como profesora de química no le permite viajar tanto como quisiera, esto no le ha privado de transmitir la necesidad de ‘conocer mundo’ a sus alumnos. Entre prácticas de laboratorios comenta con sus pupilos reflexiones tan bonitas como la que compartió con nosotros: “nuestras estrechas dimensiones cambian cuando nos enfrentamos al mundo. Tan diferente y tan igual, porque cuando uno se acerca a otras personas que en principio han vivido en un entorno distinto al nuestro, se da cuenta de que, en esencia, los seres humanos somos todos iguales y todos anhelamos los mismos sueños”. Ella conoce de primera mano en qué consiste el proceso de ‘prueba y error’ hasta dar con la tecla. Quizás el camino del viajero tenga cierta similitud con la vida en el laboratorio: tenemos que experimentar otras culturas, otras gentes, con ideas y creencias diferentes, hasta conseguir la química perfecta. Como ex alumno de María Ángeles, le agradezco sus ganas por compartir su maravilloso viaje con La Curiosidad del Viajero y, sobre todo, por mostrarme la senda del camino desde la temprana edad.
Suiza, un país naturalmente espectacular
Mi familia y yo viajamos en coche propio, algo que supone una comodidad. Eso sí, hay que comprar una pegatina que cuesta 40 Euros y que sirve durante el año en cuestión. Con eso tienes libre circulación por todas las autopistas, donde la señalización es de color verde y no azul. La pegatina se puede comprar en la frontera.
Nos alojamos en Cottens (A en el mapa), un pequeño pueblo cerca de Friburgo y desde ahí hicimos todas las excursiones:
1er día: La fábrica de chocolate más famosa de Suiza en Broc (B) y la fábrica de quesos en Grüyere (C), un pueblo realmente encantador.
No muy lejos, se encuentra el lago Lausanne o Lemán, y a su orilla los pueblos Vevey y Lausanne (D), además del Castillo de Chillon. En el lago nos dimos el gusto de dar un paseo y admirar la puesta de sol.
2º día: visita a Lucerna (E) y excursión al Monte Pilatus. Acudimos a la oficina de turismo de Lucerna y allí compramos el Swiss Pass familiar. Con esta tarjeta teníamos derecho a una reducción del 50% en todos los billetes de tren, excursiones…y los niños viajaban gratis. En el mismo lugar compramos los billetes para la excursión al Monte Pilatus, que incluía un paseo en barco por el lago de la ciudad, el billete de tren cremallera, con una pendiente del 45% para subir al Pilatus, billetes para teleférico de bajada y autobús para volver al centro de la ciudad. En el monte, entre otras actividades, nos divertimos un rato en toboganes de montaña, una actividad muy recomendable para los niños.
3er día: cataratas del Rhin (F) y paseo por Zürich. En las cataratas nos acercamos hasta el salto de agua en un barquito. Cuando llegas allí, todo está perfectamente organizado para pasar un medio día precioso. En Zürich hicimos a pie un circuito propuesto por la oficina de turismo situada en la estación de tren.
4º día: Berna (G, capital del país), Mürren y Neuchâtel. Después de visitar la ciudad vieja de Berna (Patrimonio de la Humanidad de la Unesco) rodeada por el río Aare, podemos visitar uno o los dos pueblos mencionados que se encuentran en un radio 100km.
5º día: Subida a Jungfraujoch (H), la estación de tren más alta de Europa, a 3454 metros de altura y que está entre el Eiger y el Jungfrau, dos de las montañas más emblemáticas de los Alpes berneses. Subimos con el coche hasta Grindelwald donde cogimos el tren. Desde ahí cuesta algo más barato y con el descuento de la Swiss Pass viajamos los cuatro ida y vuelta por 110 Euros, nada caro para la maravillosa excursión. Arriba se puede visitar un palacio de hielo. Por la tarde paseamos por el pueblo de Interlaken.
6º día: Subida a Zermatt (I). No hace falta ser aficionado al alpinismo para disfrutar de Zermatt y en general de la región del Alto Valais situada en los Alpes centrales suizos. El valle de Mattertal, cuyo epicentro es Zermatt, es un destino ideal para viajar con niños. Los suizos son gente que siente gran estima por la institución familiar y eso se nota en su oferta turística. En Suiza casi todo está orientado para los niños, los alojamientos, los parques infantiles, las zonas de recreo y hasta los restaurantes, están pensados para que grandes y pequeños disfruten por igual. Estamos hablando de una región que es pionera en el campo del turismo y que acumula más de un siglo en este sector.
La estrella de la zona es el Matterhorn (Cervino en italiano) que se eleva majestuoso y poderoso 4478 m sobre el nivel del mar. Su silueta, imagen de famosas marcas de chocolate que se compran en los aeropuertos, es inconfundible. Su forma piramidal es de una perfección casi perfecta y las excursiones que tienen como referencia este mito son memorables, ya sea a los lagos, pueblos alpinos o verdes praderas. Uno nunca se cansa de contemplar la montaña más bella del mundo y mucho menos de fotografiarla.
Son muchas las opciones de excursiones alpinas en la zona. Nosotros dejamos el coche en Täsch: hay que dejarlo allí porque no se puede llegar a Zermatt por este medio, sino que hay que tomar el tren. Una vez allí nos decidimos por subir al Egguishorn, desde donde se puede admirar el famoso glaciar Aletsch (aletschgletscher) de 24 km, el más largo de Europa y que llega desde el Jungfrau y los Alpes berneses más al norte. Verdaderamente, estamos ante un espectáculo natural de primera magnitud. Hay varias maneras de abordar esta visita pero nosotros lo hicimos de la manera quizás más fácil: subiendo con el teleférico de Egguishorn. Una vez arriba, sólo hemos de admirar la lengua del glaciar y disfrutar de las vistas. También visitamos el palacio de hielo que hay en esta cumbre. Ya de vuelta, paramos en el lago de Bettmeralp (Bettmeralpsee) justo encima de la estación del teleférico.
Desde luego, un país de ensueño.
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