Stay Curious

Dice una de esas citas célebres que soy incapaz de olvidar “la educación es aquello que permanece cuando uno ha olvidado todo lo aprendido”. La educación es la formación que uno adquiere día a día en la vida para progresar, para ser mejor persona, y los años de colegio, merienda y recreo son sólo los primeros pasos de un largo viaje.

No nos cansamos de escuchar que la calle es la mejor escuela de la vida, pero los eruditos se retuercen de risa con aquellos que tienen la mundología como filosofía para aprender. “Cógete un libro chaval, se te van a quitar las tonterías”.  Pues mire usté zeñorito, la curiosidad que le lleva a recorrerse los pasillos de una biblioteca es la misma que despierta en mí las ganas por explorar cada rincón de este mundo. Porque si nos ponemos así, déjeme decirle que la vida es un libro y aquellos que no viajan sólo leen una página.

Me gusta pensar que cada uno de nosotros es lo que ha visto, cómo ha crecido, y lo que ha “mamado” hablando mal y pronto. Después de pasar unos años viendo, creciendo, y mamando, llega un momento en el cual nos debemos guiar por nosotros mismos y nuestros instintos. Personalmente a mí me apasiona perseguir la curiosidad, a donde quiera que me lleve. La curiosidad del viajero. ¿Y cómo la definiría? Pues el mejor resumen es expresando todo en lo que creo. Allá vamos:

Creo en no darnos cuenta de lo bonito que es viajar hasta que llegamos a casa y posamos la cabeza en la almohada que lleva nuestro olor. Creo que levantarse sólo en un sitio extraño es una de las mejoras sensaciones del mundo. Creo que no sienta tan bien si te pegas toda la noche durmiendo en una hamaca en mitad del río Mekong con los mosquitos zumba que te zumba. Creo en las ciudades con río, mar, o playa. Creo en la tranquilidad de las olas del mar mientras cuentas los barcos en el horizonte. Creo que el mundo no tiene horizonte, ni fin. Creo que viajar no tiene fin cuando hay mundo por conocer. Creo que el saber no ocupa lugar y para ello hay que conocer. Creo en conocer a la persona que se esconde tras una piel más blanca, negra, o amarillenta que la nuestra. Creo en ese momento cuando empiezas a encontrar parecidos entre tus amigos de toda la vida y los que haces en tus viajes. Creo que los viajes se deben medir en amistades y no en kilómetros.

Creo en reencontrarte con un buen amigo en la Conchinchina y  darte cuenta como el tiempo no ha pasado por vosotros. Creo que la Conchinchina no está tan lejos como la pintan. Creo que las cosas no están tan lejos si de verdad se quiere llegar. Creo que los carteles en la terminal de llegadas del aeropuerto deberían tener una gran cara sonriente junto a las flechitas. Creo que los achuchones proporcionados por las novias y madres en dicha terminal han dejado sin respiración a más de uno. Creo que no viene nada mal quedarse sin respiración para recuperar el riego sanguíneo en las extremidades inferiores después de un largo vuelo. Creo en los vuelos donde te sientas al lado de alguien dispuesto a contarte su vida, a pesar de que pongan películas de estreno por la pantallita. Creo que la pantallita y el capitán se ponen de acuerdo para joderte el mejor momento de la película.

Creo que vivimos en una película constante y cada uno sentado en su butaca aprecia diferentes detalles del guion. Creo que un viajero sin capacidad de apreciación es como un pájaro sin alas. Creo en Juan Salvador Gaviota y su pasión para no conformarse con volar como las otras gaviotas. Creo en el mundo de Pinypon que se ve desde lo alto de un avión. Creo que para ver la vida de una manera diferente hay que conocer otras culturas. Creo que la riqueza cultural de un país, una región, o una ciudad dice mucho de sus ciudadanos. Creo en ser un ciudadano del mundo sin olvidar las raíces. Creo que lo fácil es echar raíces cerca del brasero. Creo que se está muy a gustito al lado del brasero; sin embargo, si te quedas demasiado tiempo se te queman las zapatillas de andar por casa. Creo en volver a casa y sentir que las cosas han cambiado aunque todo siga igual.

Creo en echar amarras de vez en cuando. Creo que los barcos están más seguros amarrados en el puerto, pero no fue para eso para lo que se construyeron. Creo en un paseo en barco por el río Douro y su posterior vinho de Oporto. Creo que a uno del Sur nunca le vienen mal los vientos del Norte. Creo en Galicia Calidade y sus comilonas de tres platos y postre. Creo que uno no se puede ir de este mundo sin probar la tarta de Santiago. Creo en tumbarse en la plaza del Obradoiro para celebrar el final del camino. Creo que un camino de mil kilómetros empieza con el primer paso.

Éste ha sido el primer paso de un viajero dispuesto a compartir sus historias y peripecias por los rincones del mundo. Espero no haberos aburrido con mi credo, al que todavía le faltan muchos destinos por recorrer y demasiadas cosas por ver. Él que dijo “no creas todo lo que ves” se olvidó de ponerse las gafas.

Pero sobre todo, como decía nuestro amigo Steve Jobs: Stay Hungry, Stay Foolish, Stay Curious.