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Viaje fotográfico por Granada

Granada. Un fin de semana soleado, en plena feria del Corpus. Una decena de despedidas de solteras por metro cuadrado. Algunas lo celebran subiendo a la novia en un burro, por si el animalito no tuviera suficiente con ser una especie en peligro de extinción.

Alhambra

Tras la misa del Corpus
Tras la misa del Corpus
Con la peineta a otro sitio
Con la peineta a otro sitio

Un par de días dan para mucho en tierras granadinas, aunque también se quedan cortos si lo que pretendes es curiosear por sus rincones para conocer la historia de esta ciudad. Uno se queda con ganas de perderse por el Albaicín, un barrio lleno de casitas al más puro estilo andaluz. Es enfilar el Paseo de los Tristes y, lo que hasta ahora era Granada, cambia por completo. Se respira un aire plácido, envuelto en un ambiente de relax en el que los hippies terminan su peregrinación para mimetizarse con las orillas del río Darro.

En pleno proceso de creacción
En pleno proceso de creación
Instrumentos de viento tibetanos
Instrumentos de viento tibetanos
Mirada desafiante a los hippies
Mirada desafiante a los hippies

Me quede con ganas de conversar con alguno de estos entrañables habitantes de nuestro mundo. ¿Será que Granada les inspira? ¿O vienen movidos por el deseo de reencontrarse con sus semejantes en alguna de las comunas hippies de la Alpujarra granadina? Quién sabe…lo cierto es que con sus letras parecen suavizar el viento que corretea por las cuestas del Albaicín . De ello se encargan sus instrumentos tibetanos.

La felicidad dentro de una pompa
La felicidad dentro de una pompa

Y llegamos a Sacromonte. Ni rastro de los Maya, estarían de parranda. Pero sí que vimos las casas-cuevas donde antiguamente vivían los gitanos -y todavía lo hacen-. Hoy en día muchas de ellas se han reconvertido en restaurantes y tiendas, aunque las guitarras españolas y el cante andaluz siguen muy presentes en este barrio.

El arte del bailaor
El arte del bailaor

Así como todos los ríos van a parar al mar, el mirador de San Nicolás reúne a todos los que culminan su subida al Albaicín. Para bajar, hay tantas bifurcaciones como callejuelas en las que predomina el blanco andaluz. Si uno se pierde no pasa nada, seguramente se reencuentre en la calle de las teterías. Otros aires, esta vez árabes. Al paso encontramos lámparas marroquíes, té moruno y un olor a cachimba que nos teletransporta a lo más parecido a un zoco que encontramos en España.

El 'zoco' granadino
Zoco

Después de un subir y bajar constante, nos despedimos de Granada. Pero para volver muy pronto.

 

La rampa de la vida
La rampa de la vida
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