Quizá hayan sido las altas expectativas que tenía depositadas en este evento. He de admitir que nunca antes había asistido a esta fiesta que nuestros vecinos portugueses de Campo Maior suelen organizar cada 4 años; pero lo cierto es que me lo habían pintado tan de color de rosa…que podía ser de todo menos decepcionante. Y sin embargo lo fue.
Creo que las fiestas populares nunca deben ser mercantilizadas, ni utilizadas como único pretexto para sacar tajada; con más razón si se denominan Fiestas del Pueblo (Festas do Povo en portugués). Desde el momento en el que se organiza un evento popular pensando en el beneficio económico, y no en el disfrute del asistente/visitante, éste pierde su seña de identidad. Caminando por las engalanadas calles, percibí una actitud indolente en los residentes del pueblo quienes observaban a los turistas como el que ojea al transeúnte que se ha colado en su jardín -nunca mejor dicho-. Exceptuando algunas familias que habían sacado sus mesas fuera, me costó sentir el verdadero ambiente festivo.
Veo desacertada la decisión de cobrar 4€ por asistente. En lugar de molestarse cercando el pueblo e instalando las bilheteiras, se me ocurren incontables alternativas que se podrían haber llevado a cabo:
- Vender flores que representen la temática que caracteriza a cada una de las calles. Algunos comercios las vendían, pero eran todas iguales. Ya que habían decorado largas ruas, hubiese costado muy poco hacer algunas más para los visitantes
- Colocar cajas de donativos para que los paseantes puedan gratificar el trabajo bien hecho. De igual manera que colocaron los sellos para votar por cada calle, podrían haber colocado las cajas para sacar un dinerillo extra
- Ofrecer algún taller sobre cómo confeccionar flores de papel y cobrar una pequeña cuota de inscripción -4€, por poner un ejemplo-. ¡Te podrías llevar a casa todo lo que has hecho con tus propias manos!
Con todo esto no pretendo desmerecer de ninguna manera el florido espectáculo que organizan nuestros vecinos portugueses. Salta a la vista el trabajo que conlleva engalanar una sola de sus calles; cada flor está hecha con el mas sumo cariño. Sin embargo, deberían hacerlo por el apego a su cultura y su fiesta, y olvidarse de que los forasteros llenen las arcas del Ayuntamiento. Y menos a costa de los pacenses, quienes han decidido acogerles en la futura eurociudad Badajoz-Elvas.
Tampoco somos los más indicados para hablar. Desde hace un par de años, hay que pagar 10 euros para darse tomatazos en Buñol. Dicen haber impuesto esta medida debido a problemas de aforo, desconozco si es el caso de Campo Maior. Pero por muy rebosantes que estuviesen las calles de Badajoz en carnavales, nunca cobraríamos entrada a los de fuera, ¿verdad?
